Nadie dijo que fuera fácil. Como casi nada que merezca la pena.
No fue fácil comenzar con nuestra empresa hace 25 años, y tampoco lo es adaptarse a un mercado que parece fluir cada vez más rápido e impredecible, especialmente en los últimos años, en los que hemos vivido situaciones realmente distópicas que han vapuleado cualquier estudio previo sobre hábitos de consumo. Sin embargo, algunos cambios son incuestionables, aunque cuesten, aunque tarden en materializarse, aunque el contexto social y económico sea, cuanto menos, inoportuno…
Así hemos sentido nosotros este cambio en nuestro packaging. Como una necesidad que, una vez descubierta, se tornó imprescindible e inaplazable, y con toda la urgencia que permite el encontrar la mejor opción, hoy, por fin, ¡podemos compartirlo con vosotros!
Nos complace publicar que ya podéis encontrar las nuevas bandejas en la gran mayoría de establecimientos. Un largo camino que comenzó hace cuatro años, y ahora… ¡Os lo contamos!
La investigación
La decisión de cambiar el packaging por otro más sostenible estaba en nuestra mente desde antes de que existiera la posibilidad de llevarlo a cabo. Lo cierto es que no empezamos a encontrar soluciones viables para nuestras necesidades hasta que el incremento de la conciencia medioambiental por parte de los consumidores obligó a la industria a trabajar en ellas. Cuando abordamos finalmente la cuestión del nuevo envase, allá por 2017, todo lo que sabíamos con seguridad es que teníamos que evolucionar. Nuestro packaging era reciclable, pero el mercado había comprendido que los envases de plástico tenían que empezar a ser parte del pasado.
Comenzamos entonces una exhaustiva investigación en la que asistimos a ferias, exploramos materiales, hicimos pruebas y acabamos desechando hasta 6 opciones previas. ¿Quieres saber por qué?
En busca de un envase 100% biodegradable
Nuestro primer desengaño amoroso fue el PLA… A primera vista, ¡nos encantó la idea de un material totalmente biodegradable! Este termoplástico está compuesto por almidón de maíz, yuca o caña de azúcar y es completamente compostable. ¡Parecía perfecto! Pero al visitar dos plantas de reciclaje, nos informaron de que el PLA tiene que ser escrupulosamente reciclado, porque si no acaba en los contenedores específicos para compost puede contaminar el proceso de reciclaje del plástico, y, por si no lo habéis visto nunca… ¡se parece muchísimo al plástico!
La realidad es que estos contenedores no están disponibles en todas las ciudades, y tampoco existe el nivel de concienciación que nos gustaría en cuánto al reciclaje, por lo que sospechamos que esta elección podría suponer más perjuicio que beneficio. Así que decidimos seguir flirteando con otras posibilidades.
Las visitas a las plantas de reciclaje fueron realmente esclarecedoras. Tras aquellas excursiones, descartamos también la opción de relanzar nuestra antigua bandeja de PET con plástico 100% reciclado, porque, tristemente, descubrimos la dificultad de reciclaje de este formato.
¿Sabíais que se distingue entre plásticos “técnicamente reciclables” y “reciclables en la práctica”? Las bandejas son del primer tipo: en teoría, podrían ser recicladas, pero la ausencia generalizada de los canales necesarios para su gestión hacen que, en la práctica, no se reciclen.
La inmensa mayoría de las plantas de reciclaje no cuentan con la infraestructura y los sistemas necesarios para reciclar formatos muy distintos al de las botellas, así que, sean como sean las bandejas, no existe para ellas una vida postconsumo.
El termosellado: ¿garantía de conservación?
Ya en 2018, una empresa nos ofreció algo interesante: una bandeja de celulosa termosellable. Esta opción del termosellado comienza a fraguarse en nuestra mente como la más adecuada para nuestro producto, que necesita aislarse por completo de la humedad ambiente y proteger el alimento de agentes externos.
Visitamos la empresa e hicimos algunas pruebas con su bandeja, pero no nos ofrecía garantías de conservación.
¡Y vuelta a empezar!
¿Y una bolsa?
Ante la dificultad de encontrar una bandeja similar a la nuestra, pensamos en otro formato. Una bolsa de papel con una pequeña cantidad de plástico reciclable que protege y aisla perfectamente el alimento parecía una buena idea, así que dimos el paso siguiente: testear su percepción por parte del público.
¡Cual fue nuestra sorpresa cuándo los resultados mostraban que los usuarios perciben menos cantidad (pese a que contiene los mismos gramos)! Y lo más conflictivo: ¡no se nos reconoce con el cambio!
Asumimos entonces que pasar de bandeja a bolsa quizá era un cambio demasiado grande para el consumidor de la tienda física, así que decidimos dejar la bolsa como un formato específico para la web, donde podríamos implantarlo cuanto antes y empezar a reducir el plástico sin poner en riesgo la venta física.
Una bandeja (casi) ideal
Poco después de empezar a producir con bolsitas para la web, ¡encontramos una bandeja de celulosa prensada que nos encantó! Su diseño era muy parecido a lo que buscábamos y cumplía con los criterios de sostenibilidad que nos habíamos fijado, pero tras hacer una prueba con ella, descubrimos que este espejismo tenía un pequeño gran fallo: ¡el material filtraba la humedad! Nuestras verduritas deshidratadas no tenían una atmósfera lo suficientemente aislada con este packaging, por lo que la receta no sobreviviría los 18 meses de caducidad en cualquier entorno doméstico.
La siguiente candidata la encontramos en en All4Pack, una feria especializada en packaging que se celebra en París. Allí conocimos una empresa inglesa que nos ofreció una bandeja estupenda, pero su desarrollo se producía en China. La coordinación en sí ya era complicada, y concluímos que poco aportábamos al medio ambiente si trabajábamos con un packaging que tiene que venir desde la otra punta del mundo. Pero no todo fue improductivo, de las ferias siempre sacamos buenas ideas que aplicamos, en este caso, a la mejora de nuestras bolsas para la web.
El camino de la investigación se hace largo, parece que no existiera el packaging sostenible que demandamos… hasta que, de repente, en 2019…
¡Habemus packaging!
Tras más de un año investigando alternativas sin éxito… ¡Una empresa española inicia un proyecto ya testado en Holanda! Una bandeja de cartón con un film fácilmente separable (aunque no reciclable).
Con este packaging:
- Conseguimos aislar el producto de la humedad ambiente y garantizar la seguridad alimentaria.
- Reducimos el plástico de nuestro anterior packaging hasta en un 85%.
- El cartón es FSC, procedente de bosques explotados responsablemente.
- El film es termosellado, se adhiere perfectamente sin pegamento y sin ningún otro componente químico y crea una atmósfera completamente protegida para los alimentos de larga durabilidad.
¡Por fin teníamos nuestra bandeja sostenible! Su film no es el mejor plástico, pero tras sopesar muchas posibilidades fue la mejor combinación de elementos que encontramos en el proceso. Mejorar esta pequeña parte de nuestro envase se convirtió desde aquel momento en nuestra nueva meta.
¿Y de 2019 a 2021?
¡Ay, amigos! La elección estaba hecha, pero esto fue sólo el comienzo.
Cuando decidimos que esta empresa española se encargaría de nuestro nuevo packaging, la compañía todavía no podía producir sus bandejas de forma masiva.
También tuvimos que adaptar nuestros sistemas de producción y diseño… en conclusión, no pudimos coordinar todos los aspectos que intervienen en esta transformación hasta enero de 2021, cuando realizamos nuestra primera tirada para una acción comercial puntual de uno de nuestros clientes. Fue entonces cuando pudimos contarlo en nuestros canales.
Comienza entonces el turno del equipo de ventas, que tiene que comunicar el nuevo formato a todos y cada uno de nuestros clientes, acordar con ellos su introducción y no morir en el intento.
¡Y así llegamos hasta la fecha!
Hoy podéis encontrar nuestro packaging sostenible en la mayoría de los establecimientos y confiamos en que la venta del antiguo envase en PET desaparezca por completo este mismo invierno.
¡Esta no es la meta!
Parece que el plástico es aún necesario para garantizar la seguridad alimentaria de nuestros productos, pero estamos convencidos de que esta solución es temporal.
Un packaging con un 85% menos de plástico es, todavía, un envase con más plástico del que nos gustaría, y conseguir esta parte de nuestro envase en un material compostable, o al menos reciclable, se convirtió en nuestra próxima meta desde que nos decidimos por este sistema.
En este momento, seguimos trabajando en una nueva fase de investigación, con la mirada puesta en un futuro en el que todos nuestros procesos sean 100% sostenibles. ¡Esperamos poder contaros muy pronto los próximos avances!